“Gritar es mucho más sencillo que dialogar, es por
ello que recurrimos frecuentemente a este recurso, el cual a la larga se
convertirá en un hábito difícil de erradicar".
Solamente son excusables, cuando
de forma instintiva las utilizamos ante una amenaza o peligro en el que nos
vemos envueltos o bien puede afectarles a nuestros hijos.
Alternativas
1. Reflexionar y tratar de tranquilizarse,
tal vez tuviste un día pesado, o las cosas no están como nos gustaría que
estuvieran, reflexiona…. si realmente estas castigando el acto de tu hijo o es
una forma de desahogo personal. Canalizar la frustración, ira o rabia en otra
actividad, es muy útil para evitar gritarles. Hacer deporte, es una actividad
benéfica para ti y los tuyos, o bien buscar otras actividades que sirvan.
Aunque el deporte siempre es un buen catalizador que nos permite sacar esos
excesos de tensión física y psicológica además de quemar calorías.
2. Empatía es ponerse en su punto de vista y
buscar los motivos de su actuación. A lo mejor desde tu posición no es
justificable su acto, pero sí desde la suya, y hay que tener en cuenta que los
niños viven el “aquí y ahora” sin contemplar las consecuencias.
3. Comunicación. Esto debe tenerse en cuenta
para valorar sus actos, e intentar, siempre de forma relajada, acercar su punto
de vista al nuestro y viceversa.
4. Saber escuchar por más pequeños que sean
son personas y entienden, por lo tanto, merecen ser escuchados con atención
antes de reprocharles nada. Esto además les enseña, que para la solución de
conflictos, un método válido es el diálogo.
5. Apoyo de pareja (cuando sea el caso),
habiendo planificación y equilibrio entre los límites y las normas de la casa.
La alianza y la unión entre los dos miembros de la pareja es fundamental. En
caso de conflicto es recomendable que actúe el que está más tranquilo, éste
ayudará a sacar la situación con calma.
6. Ser democrático es lo contrario a ser
permisivo.
7. Humildad, como padres no siempre tenemos
que tener la verdad absoluta, por ello cuando nos equivoquemos es bueno
reconocerlo delante de él. Esto les ayudará y enseñará a reconocer errores.
8. Bajar el tono de voz, susurrarles o
hablar en voz baja les puede desconcertar, y ayudará a que se motiven a prestar
atención.
9. Motivar, si quieres que tu hijo te
obedezca, refuerza con elogios todo aquello que hace bien, corrige con diálogo
todo lo que hace mal y enséñale siempre cuál es la forma correcta de hacerlo.
En ocasiones seguir estos
consejos es mucho más cansado que alzarles la voz en un momento determinado,
pero las consecuencias son mucho peores. Educar requiere de un esfuerzo
consciente en el que con frecuencia será necesario revisar nuestras actitudes,
aprender a conocernos mejor y a conocer, entender y descubrir a nuestros hijos,
modificar hábitos a veces muy arraigados.
“Gritar es mucho más sencillo que dialogar, es por ello que recurrimos frecuentemente a este recurso, el cual a la larga se convertirá en un hábito difícil de erradicar".
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